IMG_4998Más de veinte cofradías y asociaciones de pescadores de Andalucía y Murcia ya lo están haciendo. Ayudan a la divulgación científica con el proyecto ‘Tortuga a bordo‘ que ha puesto en marcha el CSIC desde su Estación Biológica de Doñana. Desde allí nos cuentan que, cuando los pescadores faenan en las costas, a menudo, por accidente, hallan tortugas en sus redes. Entonces, se activa el protocolo ‘Tortuga a bordo’: el pescador llama al 112; una vez en puerto, deposita la tortuga herida en un tanque instalado para ello en las lonjas; los técnicos de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía acuden a recogerla; y la trasladan a un centro de recuperación.

Las mil preguntas que nos surgen podremos formulárselas a Adolfo Marco, coordinador de ‘Tortuga a bordo‘, en las Jornadas D+i, en el diálogo dedicado a los ‘Públicos activos’. “La sensibilidad de los pescadores por el mar y las criaturas que allí habitan son la mejor garantía de esperanza de vida de las tortugas marinas”, confía Marco. Dice que este proyecto tiene como objetivo “facilitar a los pescadores su colaboración para proteger el ecosistema marino”, dado que las tortugas ayudan a mantener el buen estado de las aguas y están, tristemente, en peligro de extinción.

La divulgación está asegurada cuando el público se implica en ella. Igual que los pescadores saben ahora muchísimo más de tortugas marinas y biodiversidad, un buen número de estudiantes de secundaria de toda España conoce muy de cerca el proceso de cristalización, incluso el método científico, gracias a un proyecto de la Factoría Española de Cristalización. Fernando Lahoz, director del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea e impulsor de esta actividad en Aragón, se sentará a esta mesa para hablar del concurso ‘Cristalización en la escuela‘, cuyos participantes ‘han entrado’ en la ciencia creando cristales.

Con este concurso, indica Lahoz, “los alumnos aprenden cómo se hace y disfruta la ciencia y cómo se compite en los ámbitos científicos”. Además de comprender la importancia de los cristales en la resolución de problemas industriales, los participantes ganan mucho más, porque esta actividad ha sido diseñada para, según Lahoz, “fomentar el estudio, el trabajo sistemático, el pensamiento racional y la comunicación entre los jóvenes estudiantes”.

Más públicos activos con el grupo de investigación Freshwater Ecology and Management de la Universidad de Barcelona. Su director, Narcís Prat, participa en este diálogo D+i con Riu.net, una app para evaluar la calidad ecológica de los ríos. Todos podemos participar en la investigación con sólo llevar nuestro teléfono móvil y la app Riu.net cuando salimos al campo. Activamos el localizador si estamos en un río, respondemos a unas preguntas que nos obligan a fijarnos en detalles que antes ignorábamos y, al final, enviamos una foto a los científicos de la Universidad de Barcelona, quienes certificarán la salubridad del río en cuestión. Entre todos podemos completar el mapa fluvial de España.

Riu.net -confiesa Narcís Prat- es un legado que dejo a mis nietos para que, al acercarse al río, además de tirarle piedras y chapotear alegremente les guste girar una piedra y ver que hay bichos. Una vez lo hagan y disfruten con ellos ya tendremos otro interesado en nuestros ríos y, quizás,  alguien que, con el tiempo, cambie de manera efectiva la forma de gestionar el agua en España”. Parece que la conservación de la biodiversidad es, realmente, cosa de todos, a juzgar por Riu.net y ‘Tortuga a bordo’.

Bizilabe es otro proyecto de ‘Públicos activos’; será pronto un centro piloto de investigación para jóvenes de entre 10 y 19 años, ubicado en Basauri (Vizcaya) y puesto en marcha por la Fundación Elhuyar. Aitziber Lasa, de la Fundación, contará en D+i los obstáculos que han tenido que superar para abrir un centro que, según Elhuyar, “será el primero de estas características a nivel estatal”. Su cometido: “Implicar a toda la comunidad científica para que los jóvenes de 10 a 19 años vivan la experiencia de la ciencia”.

[Fotografía cortesía de CSIC.]