Cuando era pequeña me gustaba tumbarme en el sofá junto a mi padre mientras él se dedicaba a ver programas de divulgación científica, de esos que echaban a horas intempestivas en la televisión, hasta que me quedaba dormida. Cuando terminé la carrera de Comunicación Audiovisual, decepcionada porque no me hubieran enseñado a crear esos contenidos, me fui a Barcelona a especializarme en comunicación científica. Ahí me topé con una profesora que me dio mi primera oportunidad para escribir sobre ciencia cada semana en el suplemento Tercer Milenio. Desde entonces, tengo claro que no quiero dejar de divulgar, sea del modo que sea y en el medio que sea. Por eso, a pesar de los muchos vaivenes que ha habido en mi carera profesional, siempre acabo volviendo a este mundo. Ahora he retomado la profesión dentro de la Fundación Albireo Cultura Científica, desde la que presentamos el proyecto ‘La Patata Marciana’ y afronto nuevos retos colaborando con el programa ‘Ciencia en la Cárcel’.