Soy coordinadora técnica de la UCC+i de la Universidad de Córdoba. Mi profesor de Física y Química me lanzó tantos borradores a la cabeza mientras estudiaba en el Instituto que aprendí a odiar la ciencia. Me hice periodista y, aunque lo intenté, la ciencia acabó golpeándome. Hago como que trabajo en la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la Universidad de Córdoba, con una panda de gamberros como yo. En realidad, me divierto tanto que algunos meses creo que debería devolver la nómina. Luego miro la hipoteca y se me pasa.
Desde la UCC+I hemos puesto en marcha el proyecto Ciencia clandestina. Con la ayuda del grafitero guineano cordobés Coché Tomé, se ha recuperado y reivindicado la figura de seis científicos que, por algún motivo, no consiguieron el mismo reconocimiento que sus coetáneos, aún habiendo obtenido resultados fundamentales para la evolución del conocimiento. Los seis ‘clandestinos de la ciencia’ han sido: Hipatia de Alejandría, Jocelyn Bell, Rosalind Franklin, Alfred Russel Wallace, Ibn Firnás y Jorge Francisco Tello. Las localizaciones se encontraron con ayuda de las asociaciones de vecinos de seis barrios de Córdoba y la oposición del exconcejal de Patrimonio del Ayuntamiento de Córdoba.