Me caigo temprano de la cama y, lo primero, voy a la cocina a desayunar. Allí, preparando café, me encuentro a Ingrid Farré, de la Fundación Alicia, el centro de innovación tecnológica en la cocina. Ella siempre me insiste en que coma mejor. Y se alegra de que ya sepa interpretar los aditivos que leo en las etiquetas de mis galletas favoritas y, también, de que cocine adecuadamente las verduras. Es que estudió Ciencia y Tecnología de los Alimentos en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Salgo a la calle y veo, por todos lados, gente buscando ciencia. Recuerdo entonces lo que me contó Irene Lapuente, de La Mandarina de Newton, sobre esos talleres que organizan con investigadores, profesores y público general, que buscan la participación de la sociedad en la producción de material educativo de contenido científico, estimulando la creatividad. Lapuente, que es física y comunicadora, opina que «todos debemos ser activos en el proceso de aprendizaje«, que «la divulgación de la ciencia ha de ser participativa y empoderar al participante» y que «se aprende mediante el disfrute». Me habló del TalentLab y del concurso Science in the City. Voy ahora mismo a apuntarme.
Cuando vuelvo a casa, enciendo la tele para saber si Leonard por fin ha vuelto con Penny. Y cuál es mi sorpresa cuando llega el descanso de ‘The Big Bang Theory’ y veo a Miguel Ángel Sabadell, astrofísico y editor de ciencia de la revista Muy Interesante, que ha preparado para los cortes de la serie un espacio breve de divulgación, ‘¡Bazinga!’, para explicar los guiños científicos de cada episodio. Buena idea, teniendo en cuenta la cantidad de seguidores jóvenes del enigmático Sheldon.
La ciencia detrás de The Big Bang Theory. En cada episodio ‘se esconde’ un principio, una teoría, una investigación científica. El gato de Schrodinger, la psicología conductista, la teoría cuántica de bucles, el estudio científico del enamoramiento o los monopolos magnéticos comparten mesa con las peripecias diarias de los jóvenes protagonistas de la serie. Presenta el espacio divulgativo Enrique Viguera, profesor de Genética de la Universidad de Málaga y coordinador de los VIII Encuentros con la Ciencia.
Llaman a la puerta. Es Miguel Carreras, director de la asociación Ciencia Viva, que viene a contarme la última actividad de divulgación científica que han organizado en la cárcel de Daroca, junto a Javier Mesa, responsable cultural de este centro penitenciario. Con técnicas innovadoras, han hablado a los presos de cambio climático, del incremento de la población mundial, de la alternativa de la energía solar… Así, hasta por las grietas de los muros de la cárcel se cuela la ciencia, algo que a sus promotores les parece «toda una aventura».
¡Hay que ver! Mires donde mires, estés donde estés, hagas lo que hagas… la ciencia se cuela por todas las rendijas. Lo he pasado tan bien, con tantas formas distintas de divulgar, que iré a escuchar a Ingrid Farré, Miguel Ángel Sabadell, Miguel Carreras e Irene Lapuente a las I Jornadas de Divulgación Innovadora D+I, que se celebrarán en octubre en Zaragoza, en el Etopia Center for Art & Technology.