Pues sí, lo confieso sin ambages: he leído (y releo) a Asimov, tanto en su faceta de escritor de ficción como de divulgador. Y además era químico, como servidor… Lo que pasa es que, a pesar de haber consumido vorazmente divulgación científica durante toda mi vida, y de haber dedicado más de media a la investigación química, hasta hace cuatro años no me había atrevido a implicarme personalmente en esto de divulgar. Hasta ese momento, me dedicaba a desarrollar proyectos de investigación en catálisis y química sostenible, contratos de transferencia con empresas, escribir publicaciones para revistas de investigación, dirigir tesis doctorales. Lo normal, vamos, para cualquier investigador del CSIC como yo. Pero la divulgación es como el chocolate: no puedes probar solo un poco. Así que, desde que inicié mi colaboración en el blog ‘Moléculas a reacción’ en 2012, ya no he podido parar: proyectos de FECYT, como CSI-Zaragoza o Hi Score Science; charlas en Pint of Science y similares; monologuista en Risarchers, colaboración en ‘Tercer Milenio’ con la ‘Moleculica‘… e incondicional de las D+i. ¡Otra tableta, por favor!