Nací en Zaragoza, en un taller de títeres. Araceli Gil y Domingo Castillo, de Teatro de Medianoche, dieron forma a mi cara y mi cuerpo a partir de piezas de goma espuma. Desconozco por qué mi aspecto, al poco de nacer, es el de un niño viejo con un punto de chifladura en la mirada. De mi cerebro puedo decirles que cada hemisferio ha tenido un donante diferente. El derecho acumula las experiencias, las historias y los gustos de mis creadores, también todo aquello que me han trasmitido las otras criaturas (títeres) con los que comparto el taller. El izquierdo, exceptuando el habla, que quizá sea lo único que yo he aportado, ha sido formado por los profesores del Edemuz (‘Equipo Docente de Electromagnetismo de la Universidad de Zaragoza‘). Al igual que a la criatura del doctor Frankenstein, los rayos me han insuflado el soplo de vida. Me presento ante vosotros para guiaros en un viaje misterioso y apasionante que, espero, despierte vuestra curiosidad; se llama ‘Rayos y Centellas’.